Una fría tarde de invierno, una niña llama a la puerta de Grisela para pedir cobijo. A Grisela no le gusta la compañía de nadie, prefiere estar sola, pero deja pasar a la pequeña que está en evidente necesidad. Finalmente, la niña se quedará pasando la noche en su casa. Por la mañana Griselda pide a la niña que se vaya con la intención de retomar la tranquila rutina de su vida solitaria, pero no será capaz de quedarse allí mientras sabe que la pequeña se encuentra fuera, sola, perdida en la nieve...
Una historia que penetra hasta lo más profundo del alma humana, una historia hecha de miradas y olores, que sin que nos demos cuenta nos mueve sentimientos de una fuerza incontrolables.
Las dos protagonistas de este cuento nos relatan cada una su experiencia de vida anterior a su encuentro, sin hacer ninguna mención a ella. Un relato hecho de silencio y de ausencias: Grisela vive sola, alejada del mundo, encerrada en su rutinaria seguridad. La pequeña llega sola, alejándose de una vida donde ya nadie puede cuidar de ella, buscando una salida a una situación imposible de vivir. Sus vidas se cruzan en el umbral de una casa que es a la vez fortaleza inexpugnable y posible refugio. En un primer momento Grisela pensará en no dejar entrar a la pequeña, pero algo que no sabemos bien qué es (¿su corazón? ¿aún late en ella?) le hace abrir la puerta y dejarla pasar.
Las dos protagonistas de este cuento nos relatan cada una su experiencia de vida anterior a su encuentro, sin hacer ninguna mención a ella. Un relato hecho de silencio y de ausencias: Grisela vive sola, alejada del mundo, encerrada en su rutinaria seguridad. La pequeña llega sola, alejándose de una vida donde ya nadie puede cuidar de ella, buscando una salida a una situación imposible de vivir. Sus vidas se cruzan en el umbral de una casa que es a la vez fortaleza inexpugnable y posible refugio. En un primer momento Grisela pensará en no dejar entrar a la pequeña, pero algo que no sabemos bien qué es (¿su corazón? ¿aún late en ella?) le hace abrir la puerta y dejarla pasar.
Esa niña que viene de muy lejos se configura también como la niña interior que alberga en el corazón de Grisela que, con los años y con las durezas de la vida, había olvidado sus sueños, había dejado de perseguirlos y se había auto-condenado a vivir encerrada en su soledad, solo protegiéndose de sus miedos. Esa niña que llega a su casa hace revivir la niña que alberga en su corazón: será imposible ahora callarla y pararla de nuevo. Ahora ambas dejarán esa casa solitaria para ir en búsqueda de su mundo soñado donde compartir la vida con alegría y amor, un mundo que ya se vislumbra entre los árboles del bosque que se disponen a cruzar. Un final esperanzador que calienta nuestros corazones y nos conmueve una vez más.